El mundo visto desde otros ojos.
Persigo tus pasos tapando con pintura verde las gotas que de alquitrán dejan tus aullidos.
A cambio de mi vida sólo quiero unos lápices de colores. Algo con lo que pueda colorear este mundo demasiado lleno de color. Unos simples trazos infantiles que se lleve la riada la próxima vez que se abra el embalse de tus ojos.
Y duerme, porque soñar no dura toda la vida.
Mi única patria es mi propia mente. No ya en un sentido surrealista, proclamando la percepción de la mente sin mediación de la razón como única manera de expresión posible. Sólo es una de tantas. Tantas como mentes únicas piensen, como seres únicos que se resistan a ser homogeneizados existan.
¿Personalismo? ¿Individualismo? Poned la etiqueta que queráis, aunque por principios, me resista a etiquetar mi propio pensamiento. Al fin y al cabo, somos humanos, y lo único que nos diferencia de los animales es nuestra ansia por clasificar y explicar un mundo inclasificable. Eso y el Amor.